El plagio está en todas partes. Cada día vemos como aparecen nuevos grupos de música con un estilo sospechosamente parecido a otros que llevan mas tiempo en el mercado, en otras ocasiones leemos en los medios de comunicación que la novela que nos acabamos de leer y que además nos ha encantado, no es más que una copia de una que alguien ya había escrito varios años o incluso varios siglos antes con la misma idea. También en cualquier mercadillo podemos encontrar copias de los bolsos o los cinturones por los que todas suspiramos pero que muchas veces se escapan de nuestro presupuesto, sobre todo ahora que en España estamos viviendo una profunda crisis, pero gracias a la iniciativa de esos vendedores callejeros pueden lucir sobre nosotras…
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Es en el mundo de la moda donde más copias se pueden encontrar. Y no sólo cuando hablamos de falsificaciones, como en el caso anterior. Cada vez más marcas y más diseñadores se apuntan a la moda de plagiar lo que ya se le ha ocurrido a otro.
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Esto suele ser frecuente en las marcas que todas frecuentamos, o sea, Zara Mango, Blanco, H&M… y es que si alguien nos ofrece un vestido con el estampado que Gucci ha sacado este verano pero muchísimo más barato ¿Quién se va a resistir?
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Pero una cosa es plagiar un estampado, un modelo de gafas, etc y otra muy distinta es copiar de forma sistemática el proyecto global de un creador de moda. Esto es lo que defiende Custo Dalmau, diseñador de Custo Barcelona, en la demanda que ha interpuesto contra la también firma de Barcelona Desigual.
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Custo Barcelona nació hace 27 años como un proyecto cuya seña de identidad son la viveza de los colores, la fusión de distintos materiales y el grafismo en la elaboración de todas sus prendas. Idea que pareció gustar enormente a los dueños de Desigual ya que se animaron a seguir la misma idea que tanto éxito le ha proporcionado a Dalmau. Pero eso sí, con una diferencia, pese a ser parecidas, la calidad de las prendas y el precio de las mismas es notablemente menor.
Pero lo cierto es que tendrán que ser los tribunales los que decidan si dejarán a Desigual seguir con la misma línea en sus diseños o sí tendrá que dar un giro radical a su estilo.
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Pero vamos, que lo que le ha pasado a Custo no es ni la primera vez ni la última que ocurra. Y si no que se lo pregunte al creador norteamericano Marc Jacobs, quien vivió en primera persona esto del plagio. Sólo que con una diferencia, fue él el que “diseño” un pañuelo con un estampado de la ciudad Sueca de Linsell, que un tal Göran Olofsson pintó en la década de los años 50. Jacobs fue cauto, y como esto de copiar es una cosa muy fea, sobre todo para uno de los mejores creadores americanos, cambio el nombre de la ciudad que aparecía en el dibujo original por la inscripción “Marc Jacobs. Since 1984”. Por lo menos algo de creatividad tuvo.
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Es en el mundo de la moda donde más copias se pueden encontrar. Y no sólo cuando hablamos de falsificaciones, como en el caso anterior. Cada vez más marcas y más diseñadores se apuntan a la moda de plagiar lo que ya se le ha ocurrido a otro.
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Esto suele ser frecuente en las marcas que todas frecuentamos, o sea, Zara Mango, Blanco, H&M… y es que si alguien nos ofrece un vestido con el estampado que Gucci ha sacado este verano pero muchísimo más barato ¿Quién se va a resistir?
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Pero una cosa es plagiar un estampado, un modelo de gafas, etc y otra muy distinta es copiar de forma sistemática el proyecto global de un creador de moda. Esto es lo que defiende Custo Dalmau, diseñador de Custo Barcelona, en la demanda que ha interpuesto contra la también firma de Barcelona Desigual.
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Custo Barcelona nació hace 27 años como un proyecto cuya seña de identidad son la viveza de los colores, la fusión de distintos materiales y el grafismo en la elaboración de todas sus prendas. Idea que pareció gustar enormente a los dueños de Desigual ya que se animaron a seguir la misma idea que tanto éxito le ha proporcionado a Dalmau. Pero eso sí, con una diferencia, pese a ser parecidas, la calidad de las prendas y el precio de las mismas es notablemente menor.
Pero lo cierto es que tendrán que ser los tribunales los que decidan si dejarán a Desigual seguir con la misma línea en sus diseños o sí tendrá que dar un giro radical a su estilo.
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Pero vamos, que lo que le ha pasado a Custo no es ni la primera vez ni la última que ocurra. Y si no que se lo pregunte al creador norteamericano Marc Jacobs, quien vivió en primera persona esto del plagio. Sólo que con una diferencia, fue él el que “diseño” un pañuelo con un estampado de la ciudad Sueca de Linsell, que un tal Göran Olofsson pintó en la década de los años 50. Jacobs fue cauto, y como esto de copiar es una cosa muy fea, sobre todo para uno de los mejores creadores americanos, cambio el nombre de la ciudad que aparecía en el dibujo original por la inscripción “Marc Jacobs. Since 1984”. Por lo menos algo de creatividad tuvo.